martes, 4 de diciembre de 2012

04-Avanzaban alegremente...

Avanzaban alegremente, a pesar de que la nieve blanda caída la noche anterior les hacía hundirse hasta las rodillas en cada paso; pero el día soleado les calentaba el alma. Loriot estaba contenteo, y sonreía ampliamente. Meriel le había caído bien. En general, las mujeres le solían parecer bastante estúpidas, siempre dispuestas a discutir por naderías y a darle importancia a cosas superfluas; pero en ningún momento había tenido esta sensación con ella. Habían hablado francamente, yendo enseguida al fondo de las cuestiones, y llegado a acuerdos rápida y asertivamente. Además, se había integrado en el grupo sin dificultad y le había caído bien incluso a Vilnius, siempre receloso y huraño. Por otra parte, no dejaba de sorprenderle la enorme confianza que desde el primer momento le había inspirado. Era como una sensación cálida y gratificante, que le embargó desde el primer momento en que, todavía dormido, percibió su presencia. Nunca le había pasado algo así, y no acertaba a comprenderlo.

Monvejo era un enorme hayedo, casi una selva, que ascendía desde el borde del pantano hasta el puerto o collado del mismo nombre, aproximadamente jornada y media de marcha en verano; pero en invierno y tras una nevada, el tiempo necesario se podía multiplicar. Loriot pensaba que sin incidentes llegarían al collado al anochecer, teniéndo en cuenta que en esta época del año y en medio del macizo montañoso anochecería antes de las 5 hora solar (la que usan los monteros para referirse al tiempo). El buen ritmo de la marcha confirmaba que cumplirían este objetivo, por lo que mientas caminaba podía regalarse con la contemplación del paisaje que tanto disfrutaba. Aunque pequeñas manchas de tejos y acebos añadían un tinte verde oscuro al paisaje, las hayas desprovistas de hojas y cubiertas por la nieve dejaban pasar el sol que les calentaba el cuerpo. Apenas había viento, de modo que pronto comenzaron a tener calor y se desprendieron de sus abrigos, quedándo sólo en mangas de camisa. Las botas de cuero untado de grasa se humedecían superficialmente, pero no llegaban a calar, y la conversación era animada. ¡Parecía un día de excursión!

-Mira, el bosquete de acebos -dijo Kaspar-.

Loriot sabía lo que pretendía. Aquel grupo de acebos, cargado de sus bolitas rojas y con un claro en el medio, era el lugar ideal para capturar un urogallo. Íban bien de tiempo, de modo que podían dedicar un rato para conseguir una buena cena.

-Vete si quieres, nosotros llegaremos hasta el siguiente recodo, para descansar junto a los tejos.

Aprovechó para acercarse a Meriel y Vilnius, que caminaban en cabeza como si dirigiesen la expedición. Hacía tiempo que no veía a Vilnius tan alegre y hablador, y menos con una mujer (otro motivo de sorpresa) pero realmente era Meriel quién le cautivaba. Sentía una profunda necesidad de conversar con ella y averiguar algo más sobre ésta persona.

-Tienes un buen ritmo de marcha. No parece asustarte viajar en invierno.

-Hay pocas cosas que me asusten -contestó-, y ninguna de ellas proviene de la naturaleza. Ésta es mi casa y aquí estoy cómoda.

-Y sin embargo, quieres ir a Cabira. Esa ciudad es la antítesis de lo natural.

-Sí, pero tal vez allí esté la llave para que estas montañas pervivan.

-¿En Cabira? Allí sólo hay podredumbre. Cabira se nutre de la naturleza, pero la corrompe. Los animales que hay en Cabira están en jaulas, los árboles son leñas y las rocas, casas. Sólo el hombre habita en Cabira, y los que no salen de allí, han involucionado de tal modo que viven hacinados unos sobre otros, cocinan a escasos metros de donde se alivian, y duermen donde comen. El único olor que llena las fosas nasales es el hedor humano, de orín, sudor, y excrementos. Demasiada gente junta. Demasiado ruido, demasiado contacto. Los habitantes de Cabira son enormemente egoístas, sólo te valorarán por lo que les puedas aportar, y sólo te ayudarán si tienes algo para darles a cambio.

-Y sin embargo, tú vas habitualmente.

-Porque Cabira es el mercado. Allí es donde puedo obtener algunos productos que mi pueblo necesita, y para eso debo llevar algo para darles a cambio. Cosas que en la montaña compartimos porque sólo tienes que cogerlas, pero que en Cabira tienen valor.

-A mí me pasa lo mismo. Hay algo que tal vez sólo puedan darme en Cabira, y a cambio llevo algo que tal vez aprecien. Puede que ni siquiera ellos sepan que lo desean, que lo necesitan para vivir... Pero yo se lo puedo aportar.

-Ten cuidado. Esa ciudad puede devorarte, ya lo he visto en otras ocasiones. No pierdas nunca la referencia de lo que es real y lo que no. Las luces y colores de Cabira son un espejismo, y para mantener esa apariencia necesitan destruir personas.´

Loriot estaba incómodo. Deseaba tener una conversación alegre y distendida con Meriel y sin embargo sólo había conseguido hablar de cosas lúgubres. No pudo arrancarle ni una sola de sus sonrisas, de esas que realiza con los labios, con los ojos y con todo el cuerpo; de modo que llegar al encuentro con Káspar le alivió.

-Podemos parar aquí un momento y aprovechar para comer algo. Te gustará, es un lugar maravilloso -dijo queriéndo cambiar la deriva de la conversación-.

Sin haber sido necesario decirles nada, Mehl y Vilnius ya estaban asentándose y mientras el segundo preparaba un ligero almuerzo descargando algunas provisiones de las mulas, el primero había comenzado, como cada vez que tenía oportunidad, a masticar unos brotes secos de madreselva.

-Lo sé, es uno de mis lugares preferidos. Me trae recuerdos de infancia -dijo Meriel-.

Loriot no acababa de entender que en aquel paraje, enormemente bello y salvaje, hubiese podido alguna vez albergar juego de niños, ya que alejado como estaba de cualquier población civilizada (y próximo ya a las Malas Tierras) no parecía de fácil acceso para ello. Pero en ningún momento le cupo duda alguna de que aquello era cierto, y la suave mirada de Mariel le confirmaba que, como él, aquél lugar era especial para ella. Y se dejó llevar por la dulzura del momento, no queriendo decir ni pensar nada que pudiera enturbiarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger