miércoles, 11 de junio de 2014

El MCER y nuestro programa bilingüe.

Antes de hablar de cómo referenciar nuestro programa al Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER), hay que señalar que se trata de un ESTÁNDAR EUROPEO, que sirve para medir el nivel de comprensión y expresión oral y escrita en una lengua.

Consiste en un catálogo de niveles en los que se pueden encuadrar los conocimientos lingüísticos de una persona en un idioma determinado. Estos niveles empiezan siendo 3, para posteriormente diferenciar en cada uno de ellos 2 subniveles:
  • Usuario básico (con los niveles A1 y A2)
  • Usuario autónomo (con los niveles B1 y B2)
  • Usuario competente (con los niveles C1 y C2).
A continuación veremos un cuadro con la descripción de los distintos niveles y subniveles en cuanto a las competencias que se deben alcanzar para cada uno de ellos:



Como podemos observar, la descripción de los niveles lingüísticos se aleja de conocimientos teóricos referidos a gramática, sintaxis, etc... y se realiza en TÉRMINOS DE CAPACIDADES, es decir: qué somos capaces de hacer con la lengua a nivel comunicativo. Esto nos supuso en su momento un cambio enorme en la configuración de la enseñanza y aprendizaje de lenguas, mas  centradas en el academicismo, para acercarlo al mundo real. Importa menos acreditar "qué o cuánto has estudiado" sino "de qué eres capaz" en esa lengua.

Este sitema VIENE MUY BIEN A LOS "VIAJEROS", aquellas personas que disfrutan conociendo otros países o teniendo experiencias en el extranjero, QUE APRENDEN MUCHO SIN SABER CÓMO; y algo parecido con nuestros medios y posibilidades es lo que queremos lograr en nuestro proyecto bilingüe.


El resultado comunicativo va a ser lo importante: los idiomas ya no se estudian con la mecánica de aprendizaje de las "lenguas muertas", sino que lo importante va a ser COMUNICARSE, independientemente de que se cometan o no algunos errores que, por cierto, todos cometemos en alguna medida con nuestra propia lengua materna.

El objetivo de esta clasificación no es otro más que estandarizar la descripción del nivel lingüístico de las personas, de cara por una parte a la enseñanza, pero también a la evaluación y a la acreditación. Así, utilizando este estándar podremos definir las competencias lingüísticas que alcanzarán las personas tras la enseñanza en determinado nivel de estudios (p.e, primero de nivel básico de E.O.I.: A1), el que acreditaremos presentándonos a la evaluación en determinadas pruebas (p.e, superando el DELF A2), pero también aquél nivel que exigiremos y deberán acreditar las personas que pretendan acceder a determinadas situaciones  (p.e, dentro de un proceso de selección exigimos inglés, nivel A2, o para conseguir una beca erasmus exigimos un nivel en la lengua del país B1, o para acceder a un nivel superior de formación en lenguas en nivel C1 exigimos que se acredite haber alcanzado el nivel B2...). La referencia al MCER en estos tres ámbitos se complementa entre sí de tal modo que nos va a permitir que los conocimientos adquiridos en lenguas de cualquier manera puedan ser certificados por cualquier institución de las acreditadas para ello, y alegados en cualquier ámbito que se desee. De este modo, conseguimos que cada persona conozca en todo momento su nivel lingüístico, la posibilidad de acreditarlo, y que aquellos que pretendan exigir conocimientos de idiomas a los candidatos a distintas situaciones puedan rápidamente evaluar este conocimiento.

Sirva de ejemplo este cuadro en el que se explican las equivalencias al MCER de los distintos niveles de las principales instituciones acrerditativas de la formación en lenguas.


Así, junto a la acreditación del título que pueda emitir cada institución aparecerá una referencia al MCER con el nivel lingüístico alcanzado (o en el que se ha impartido la formación). Si el candidato ha superado este nivel y la institución que respalda el título o la formación tiene credibilidad, el nivel servirá como acreditado allá donde se quiera presentar. Evidentemente la credibilidad de la institución que certifica es fundamental, ya que no se va a valorar de la misma manera un título B2 en francés emitido por la E.O.I. o el un DELF aprobado en el "Institut Français" que un certificado emitido por una academia o, admitámoslo, presentando el certificado de nuestro instituto.

Además, cuando se habla de HOMOLOGACIÓN DE TÍTULOS en materia de idiomas, va a ser imprescindible la referencia al MCER, de modo que se va a facilitar la  homologación de los distintos títulos emitidos por las entidades certificadas entre sí en función del nivel que acrediten.

En definitiva, para acreditar hoy en día el conocimiento de una lengua es IMPRESCINDIBLE hacerlo en referencia al MCER, de modo que será la única forma de alegar con credibilidad nuestros conocimientos de un idioma extranjero; y nuestras acreditaciones lo contendrán. Después importa menosi conocemos la lengua porque es una de nuestras lenguas maternas, porque la hemos estudiado en el bachillerato, porque hemos vivido un tiempo en un país extranjero o porque es la lengua materna de nuestra pareja. Lo relevante va a ser QUÉ SOMOS CAPACES de hacer con ella, y aunque se admite una cierta "autoevaluación"  (siguiendo los criterios de la tabla de capacidades que hemos puesto más arriba), lo ideal es contar con el respaldo de un título oficial acreditativo. Nuestros alumnos tendrán nuestra certificación, pero también será una ventaja ("un atout", dirán en su currículum) alegar otro título externo más valorado. Reconozcámoslo, a la hora de acreditar el conocimiento de un idioma, se valora poco presentar una certificación de que se ha estudiado en la ESO y el Bachillertato... Los programas bilingües dan un poco más de prestigio, pero... ¿Por qué no organizar para nuestros alumnos la presentación sistemática a las pruebas libres que se organizan por alguna instituciones dedicadas a la enseñanza y evaluación de los idiomas y que gocen de un prestigio superior?.

Cuando hablamos del francés en España, es inevitable hablar de la posibilidad de acreditarlo mediante los títulos de las E.O.I., por una parte; y los títulos DELF/DALF, con mayor prestigio para acreditar internacionalmente nuestro nivel de lengua, por otro.

Por este motivo considero no sólo útil sino IMPRESCINDIBLE organizar en determinados momentos la presentación de nuestros alumnos a estos títulos; y por la facilidad  que dan y el mayor reconocimiento a nivel internacional entiendo que es apropiado decantarse por los DELF/DALF. Se pueden organizar y realizar las pruebas en nuestro centro, con una reducción de los derechos de matrícula respecto a las pruebas ordinarias, y con la inestimable colaboración de los profesionales de la Alliance Française de Valladolid.


Pero ¿En qué momentos lo hacemos?. Pues en mi opinión en dos ocasiones al acabar cada una de las etapas: al final de la ESO y al final del Bachillerato:
  • Al final de la ESO, tras acabar 4º, nuestros alumnos deberán estar en situación de obtener sin problemas el DELF A2 (probablemente su nivel podría llegar al B1, pero es bueno asegurar con cierta prudencia).Será entonces imprescindible; puesto que puede que en este momento algunos alumnos abandonarán el programa al no seguir con él en el Bachillerato, tener además del certificado de nuestro centro una titulación acreditada  internacionalmente por el Ministère de l'Éducation National. Para ello, será útil llegar a acuerdos con la Alliance Française, por ser una institución plenamente establecida en Castilla y León, para pasar a nuestros alumnos por el DELF Scolaire A2. Con esto, nos aseguraríamos un aprobado de prácticamente el 100%, aunque tal vez para algunos de nuestros alumnos pudiésemos recomendarles el DELF Scolaire B1.
  • Al final del Bachillerato, los alumnos que lo superen en la modalidad de Bachibac, tendrán de por sí una acreditación oficial de nivel B2, que no obstante podrían "reforzar" presentándose a una de las modalidades de DELF B2. Personalmente propondría, de cara a su futuro profesional, que tras haber pasado por algún tipo de formación específica los alumnos se presentasen al DELF Pro B2, dado que así completarían con un matiz laboral la titulación académica de B2.
No aconsejaría (aunque sería perfectamente posible) presentar a nuestros alumnos a las pruebas de DELF Scolaire A1 al final del primer ciclo de la ESO porque ellos supondría un coste en organización y un gasto económico para las familias que realmente aportaría un resultado escaso, ya que conseguiremos el título superior (que supera al primero) en 4º de la ESO para prácticamente todos nuestros alumnos.

Además, no nos olvidemos que nuestro entorno nos ofrece otra posibilidad que tal vez aprovechen (con acierto) algunas familias, que es la compatibilización de nuestro programa bilingüe con la asistencia o presentación a pruebas en la E.O.I., de modo que el nivel del MCER también quedaría acreditado por esta vía. Seguir los estudios en las Escuelas Oficiales de Idiomas, para nuestros alumnos,  presentan otras ventajas:

  • Reciben MÁS clase de Francés, y a otro ritmo de aprendizaje diferente, de modo que se complementa perfectamente con nuestro programa sin "repetir lo mismo".
  • Acceden a los medios de las E.O.I., en muchos aspectos mejores y más completos que los nuestros.
  • Sus compañeros serán adultos, y la relación profesor-alumno diferente a la del instituto; de modo que se acostumbran a otro "estilo" de formación.
  • Como centro público, la matrícula es barata en comparación a otro tipo de instituciones.
  • Facilita el acceso a exámenes que complementan y acreditan a nivel laboral  con referencia al MCER lo aprendido en el Instituto.

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